🧐 Del cristal con que se mira... Hablemos de optimismo

¿Sueles ver el vaso medio lleno o medio vacío? ¿Qué enfoque tienes hacia lo que te va a ocurrir en la vida? El optimismo es una actitud que puede traerte más beneficios de los que imaginas.

🧐 Del cristal con que se mira... Hablemos de optimismo
Photo by Yuri Levin / Unsplash

📋 Contenido 

  • Optimismo beneficioso
  • Una cuestión de expectativas
  • Las experiencias pasadas
  • 9 consejos para ser más optimista
  • Conclusiones y resumen

El escritor y pensador español Ramón de Campoamor escribió: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. De allí viene el famoso refrán que refleja la apreciación subjetiva que hacemos de la realidad, atada a prejuicios y presupuestos mayormente subconscientes. Donde los "soñadores" optimistas descubren oportunidades y aventuras, los "realistas" pesimistas ven riesgo y caos. Pero, ¿qué consecuencias trae cada postura y cuál es la mejor para tu vida?

👍Optimismo beneficioso

El optimismo es la disposición interior o tendencia a esperar cosas buenas en el futuro. Las personas optimistas tienen una visión positiva de los acontecimientos de la vida cotidiana. Consideran que los eventos positivos son más estables y frecuentes, mientras que los problemas son aislados, no afectan integralmente a su persona y, en general, se pueden evitar o prevenir. Esta forma de lidiar con la vida tiene numerosos beneficios para la salud y para tu realidad socioeconómica.

SALUD: Según estudios científicos, los pesimistas tienen tendencia a la desesperanza, por lo que presentan más riesgo de sufrir trastornos de depresión, ansiedad y del humor, que terminan impactando en su calidad de vida. Los adultos mayores optimistas, en cambio, tienden a vivir más tiempo y mejor. Análisis en mujeres menopáusicas con arterosclerosis, mostraron que su enfermedad progresaba más lentamente en el grupo optimista. Otro estudio indica que existe una relación entre el pesimismo y la muerte prematura en paciente jóvenes con cáncer de mama y en tumores de cabeza y cuello. Incluso hay estudios que muestra que los pacientes con SIDA optimistas muestran una mejor evolución en el desarrollo de la enfermedad.

BUENOS HÁBITOS: Se evidencia además una relación del optimismo con hábitos saludables como no fumar, moderar el consumo de alcohol, actividad física regular, sin importar los factores demográficos, psico-sociales y masa corporal. Es decir, las personas positivas tienen más tendencia a practicar hábitos saludables que las personas pesimistas.

ESTRÉS: El optimista, al considerar los problemas como sucesos aislados, transitorios y que no afectan sustancialmente su vida, puede enfrentarlos mejor y pensar con mayor claridad al sentirse con más herramientas para solucionarlo o sobreponerse para salir adelante. Es capaz de crear una mejor estrategia, ya que se enfoca en el problema de forma más objetiva, lo que se traduce en una mejor gestión del estrés y adaptación ante situaciones adversas o inesperadas.

SOCIOECONÓMICO: Estudios científicos describen también correlaciones de esta actitud personal con el estatus socioeconómico y la integración social. Esto se debe a que el optimista transmite confianza y persistencia en los desafíos, características muy valoradas a nivel social, laboral y profesional. En lo económico, la tendencia a la persistencia en lograr los objetivos, la capacidad de lidiar con el estrés, la trasmisión de confianza e incluso mejor salud, suele trasladarse a un mejor nivel socioeconómico comparado con un pesimista en iguales condiciones. En lo social, los optimistas tienen mejores relaciones ya que agradan más que los pesimistas, están más satisfechos con sus relaciones -aunque reconozcan no son perfectas- e incluso trabajan más y mejor en mantener y desarrollar sus vínculos personales.

Por todo lo anterior, son claros los beneficios personales e interpersonales de tener una visión optimista de la vida pero, ¿de qué depende adoptar esta forma de ver la vida?

🤯 Una cuestión de expectativas

El optimismo está directamente ligado con nuestras expectativas futuras, aquello que esperamos que suceda. Reflexionemos un poco... En general, consideraremos que algo salió “bien” si la realidad superó lo que esperábamos que sucedería y “mal” si la realidad no lo superó. Comparamos siempre lo que ocurre contra nuestra idea de lo que debería ocurrir. Es una lucha entre lo real y lo imaginario.

Tomemos como ejemplo un evento de trabajo, una cena de fin de año. Si te otorgan una distinción que no esperabas, probablemente describas la experiencia como una excelente noche. En cambio, si esperabas un premio o ascenso y este no sucede o se lo dan a alguien más, probablemente lo recuerdes como una mala experiencia.

Es evidente que no todo sale como nosotros planeamos o esperamos, ya sea por limitaciones personales o por factores externos que no podemos controlar. El desafío está en qué hacemos nosotros con esa realidad que sucede. Puedes enfrentarte y enojarte con la realidad cada vez que las cosas no salgan como pensabas o, como considero que es lo más sano, entender que nuestras ideas son solo eso, ideas, y que la realidad es mucho más rica, impredecible y llena de sorpresas de lo que podemos imaginar.

Si planificas hasta el último detalle, lo más probable es que algo no suceda como lo esperabas y eso genere enojo, frustración y un feedback negativo en tu cerebro. Con esto no quiero decir que no planifiques o sueñes con el futuro. Haz planes, pero considéralos sólo una guía, deja ese espacio mental a la espera del descubrimiento, de la sorpresa, del imprevisto y aprende a disfrutar la incertidumbre. Sueña el futuro, pero cuando ese futuro se convierta en tu hoy, no lo compares, recíbelo, sé feliz y construye a través de él.

Planifica, pero entiende que solo tienes el hoy, el momento presente, así que abraza la realidad cada día y trata de sacar lo mejor de ella. Si la vida te da limones, ¡haz limonada!

🧠 Las experiencias pasadas

El principal factor que da forma a nuestras expectativas son las experiencias pasadas. Cada experiencia genera aprendizajes y recuerdos que están asociados a estas emociones, muchas veces subconscientes. Estos aprendizajes sesgan nuestra toma de decisiones y, cuando vuelve a suceder un evento similar, surgen esas emociones y esperaremos volver sentirnos como recordamos. La mayoría de nuestras decisiones tienen un fuerte componente emocional y subconsciente construido a partir de nuestras experiencias pasadas.

Experiencias felices nos generan expectativas de felicidad ante el mismo evento. Quizás logre que se te haga agua la boca al recordar esa lasagna de la abuela un domingo al medio día. Ese recuerdo es inolvidable, asociado no solo a sabrosa comida sino también a momentos de amor familiar y, ante una nueva invitación, asistías gustoso y tu expectativa era positiva.

Ahora pensemos en experiencias negativas, en la niña que está aprendiendo a andar en bicicleta y no quiere intentarlo nuevamente porque se cayó algunas veces. Espera caerse y, como caerse es doloroso, no quiere intentarlo. Pero si entendiéramos que muchas veces estas caídas son las que nos enseñan a andar en bicicleta, lo consideraríamos parte normal del proceso, asumiendo ese costo. Cuántas personas temen empezar una relación, un emprendimiento, un nuevo trabajo por malas experiencias pasadas.  

Como reflexión personal, considero que los momentos que más me hicieron crecer como persona fueron los objetivamente más dolorosos. Sin embargo, con los años recuerdo esos momentos con cariño porque esos dolores del alma me permitieron descubrir cuánto era capaz de resistir y de construir. Hoy tenemos pánico a la dificultad, al dolor y al sufrimiento, siendo que son muchas veces los motores de nuestro crecimiento. ¿Acaso no se cansa un atleta olímpico al entrenar? ¿No sufre un emprendedor? ¿No cuesta aprender nuevas cosas y obtener un título? ¿No es demandante construir una familia feliz? ¿Por qué tenemos tanto miedo al sufrimiento si sabemos que es parte del camino? Considero que esta condición de dificultad existe para que logremos desarrollarnos como personas, a reconocer nuestras fortalezas, a ser humildes con las debilidades y reconocer la bondad en aquellas que nos ayudaron en esos momentos duros.

Así, incluso las dificultades, pueden convertirse en algo bueno a largo plazo, ya que nos ayudan a ser más resilientes ante nuevos desafíos, más humildes ante lo que no podemos hacer o controlar y más comprensivos cuando veamos a alguien atravesando un momento de dolor. De hecho, existe una especial compasión cuando vemos a alguien transitando las mismas dificultades que nos tocó superar. Entonces, en esos momentos duros, deberíamos pensar ¿para qué me está pasando esto? ¿Qué puedo sacar de bueno de todo esto que ocurre? Serán momentos duros, pero también una oportunidad de crecer en humildad, paciencia y fortaleza. Un tiempo de aprender a soltar, de aprender a confiar, de aprender a soportar, de aprender a pedir ayuda y a descubrir la bondad en los demás. Si estás viviendo algo así ahora, no tengas miedo, no te paralices, te aseguro que una experiencia dolorosa bien llevada te hará crecer más que cualquier curso o podcast. Sólo te pido que nunca te encierres en tu dolor, nunca te quedes solo para que, si la prueba llega a ser demasiado dura, haya alguien que te sostenga y te ayude a salir hasta que te vuelvas a valer por ti mismo. Pedir ayuda no es de débiles sino de valientes que quieren salir adelante.

Volviendo al tema, si trabajas por tener una adecuada percepción de la realidad, construirás mejores recuerdos, que crearán expectativas más útiles y, con ello, una actitud más optimista. "¿Y qué hago con los recuerdos que ya tengo?", me responderás. Cuando veas que hay una mirada o expectativa pesimista de un tema, debemos preguntarnos si hay algo objetivo para pensar eso o si son nuestros recuerdos y miedos subconscientes jugándonos una mala pasada. En la medida que los reconozcamos, los hagamos conscientes y los trabajemos, veremos que el terrible león, la mayoría de las veces, no es más que un pequeño gato. ¿Has hablado en público? ¿te pusiste nervioso? y cuando terminó, ¿pasó algo? ¡Nada! y si pasó, ¿qué importa? ¿por qué te volvería a pasar? ¡No pienses más!

Por supuesto, no es fácil educar el subconsciente pero es el camino a ser más libres y felices. Recordemos que tenemos un cerebro evolutivamente desarrollado para prestar atención a los peligros y así poder sobrevivir. Aquel que no reconocía al león como peligro, perdería su vida. Pero tranquilo, ya no hay tantos leones en la ciudad, enseñémosle a nuestro cerebro a descubrir las cosas buenas de la vida, a valorarlas y así cambiará nuestra visión del mundo.  

🚀 9 Consejos para ser más optimista

Quizás a esta altura ya puedas identificar qué tipo de posición tienes ante los sucesos de la vida y sus principales causas. Y también ya conocemos los beneficios de ver las cosas de forma más positiva, pero debemos admitir que no es fácil y muchos menos natural. Si quieres aprender a ser más optimista, a continuación te dejo algunos consejos para lograrlo:

  1. Planes e ilusiones con espacio para la sorpresa y la novedad: planifica, ten un norte, pero al llegar el momento, no lo compares contra tu imaginación sino que abraza la realidad actual y construye desde allí. Enséñale a tu cerebro a descubrir lo bueno, aunque sea inesperado, y así gestionar tu percepción de la realidad que luego conformarán tus experiencias pasadas.
  2. Reencuadre: implica interpretar una situación o experiencia desde una perspectiva diferente. Cambiar el “Soy malo hablando en público y nunca podré hacerlo” por “No he dedicado suficiente tiempo a aprender a hablar en público todavía, pero sé que, si lo hago, puedo mejorar como han podido hacerlo tantas otras personas”. Se busca evitar frases como “soy así”, “siempre”, “nunca” por “no lo aprendí todavía”, “es una habilidad en la que estoy trabajando”, “si otros han podido, yo también podría”, etc.
  3. No sobrepensar: ordenar los pensamientos es clave. El único momento real es el presente. Piensa en el pasado para aprender y en el futuro para organizar, pero no vivas en estos dos tiempos porque sino, dedicas demasiado tiempo y energía en eventos que ya sucedieron o que todavía no sucedieron y quizás nunca sucedan. Pasa a la acción, vive el hoy.
  4. Actitud de gratitud ante la vida: un gran ejercicio para ser más optimista es dedicar 5 minutos al día a agradecer lo que tienes y lo que sucedió en el día: el café de la mañana, la ducha, el hogar, la familia, las amistades, el trabajo, la salud… Desglosa y degusta cada parte de tu vida y te sentirás afortunado y feliz de ser quien eres. Puedes escribirlo y repasar esas notas en el futuro.
  5. Capitalizar las experiencias difíciles: a veces al pasar experiencias difíciles, sólo queremos olvidarlas y hacer como si nunca hubieran existido. Sin embargo, poder volver y mirar a los ojos a ese momento que te derribó, pero del que luego te levantaste, te permitirá ser más consciente de tu fortaleza y capacidad.
  6. Combatir pensamientos limitantes: el inconsciente crea reglas en base a nuestras experiencias pasadas que en ocasiones limitan nuestro actuar. Es importante tratar de identificar estos pensamientos, hacerlos conscientes y reencuadrarlos para que no impidan nuestro crecimiento.
  7. La paz interior no se negocia: "si pasa, ¿qué importa?, y si importa, ¿qué pasa?" Muchas veces perdemos la paz por muchas cosas, pequeñas o grandes. Piensa cuantas cosas que te preocuparon, hoy son solo anécdotas. Que tu objetivo no sea “hacer cosas” sino conservar tu paz interior y vivir esas actividades. Esto te ayudará a estar más consciente de tu presente y a tomar mejores decisiones.
  8. Actos consientes de bondad: una gran forma de salir de uno mismo y tener una visión positiva de la vida es ayudar a otros. Desde colaborar a terminar la labor a un colega hasta alimentar a un indigente, hacer el bien generosa y desinteresadamente a otros nos ayuda a estar mejor con los demás y con nosotros mismos. Es sencillo: ¿hace cuánto no visitas o llamas a tu abuela o aquel tío? Les llenarás el día.
  9. Celebrar las pequeñas victorias y alegrías: muchas veces nos enfocamos en los problemas y minimizamos las cosas buenas que conseguimos o suceden. Nuestro cerebro funciona así, pero debemos enseñarle a valorar nuestras victorias. Cerrar un proyecto, terminar un curso, un aniversario o dar una charla deben ser motivo de festejo. Basta con una buena salida, una rica cena, unos bellos zapatos, un buen café en ese bar o un chocolate. Esto te ayuda a capitalizar y hacer conscientes tus logros, mientras que da retroalimentación positiva a tu cerebro, asociándolos a una sensación placentera.

😁 Para terminar

En conclusión, si queremos una vida mejor, más feliz, que se realicen nuestros proyectos, empecemos por pensar que las cosas buenas son posibles. Aun siendo conscientes de nuestras limitaciones personales y que muchas cosas no están bajo nuestro control, esta visión de un futuro próspero está ahí y nos anima a levantarnos de la cama con ilusión para vivir en serio. Así, la vida se convierte en una aventura. No podemos controlar todo en una aventura, pero esa ilusión ante la incertidumbre y lo desconocido es la mejor forma de descubrir los regalos que ofrece la vida y comprender quienes somos.

🏁 Resumen

El optimismo es la disposición interior o tendencia a esperar cosas buenas en el futuro y tiene beneficios probados sobre tu salud, buenos hábitos, manejo del estrés y nivel socioeconómico.

El optimismo se asocia a las expectativas que tenemos sobre el futuro y estas a nuestras experiencias pasadas. Trabajando sobre nuestra percepción de los eventos y gestionando nuestras expectativas, podemos construir enfoques más optimistas.

Repasa los 9 consejos para ser más optimista y no olvides que la vida es una aventura y no está todo planeado en las aventuras.